jueves, 29 de diciembre de 2011

Silence at the end of the phone...




A veces pienso

que me mantiene fumada
para mantenerme viva.


Porque

sabe que cuando fumo,
no lloro.


Y está bien.
Yo le dejo.

Porque al menos asi
no como.

Y creo que las ganas de morir
se me incrementan en el momento
de la digestión.

Será casualidad.
O coincidencia.
Pero así es.

Es que llevo ya muchos años
viviendo una y otra vez
el mismo otoño.
El mismo constante acabar.

Y creo
que ya no queda nada más en mi que morir.
No sé qué pasará
cuando ya no quede nada más que fumar.

domingo, 27 de noviembre de 2011


Quemaba... ¡quemaba!

Su pelo era fuego.
Su cuerpo era fuego.
Sus ojos eran fuego, y el modo en que me miraba...

Y sus manos, que ardían.
Todo él era fuego, un fuego que quemaba con el calor de mil soles y que me envolvían en llamas violentas que recorrían la extensión de mi cuerpo fundido en sus brazos candentes, proclamandome para sí, como suya.

Sus besos quemaban.
Sus palabras quemaban.
Sus pensamientos quemaban, y su tristeza...

Envueltos en el más penetrante calor me susurró, a mi, ¡a mi!

Y tenía razón. Su voz (que quemaba) se fundió en mis oídos con el eco de la combustión lenta.

Pero yo estaba a salvo. Porque yo lo sabía.
Me lo había enseñado él, ¡él!

No podía poseerme.
No conocía mi nombre.

jueves, 11 de agosto de 2011


Sólo un alquimista o un artista sería capaz de transformar la ausencia de comida en belleza..***

jueves, 21 de julio de 2011


Vuelvo a despertar una vez más sólo para verme de nuevo rodeada, perseguida y vigilada.
Vuelve el sentimiento profético de que todo se arruina y acaba trágicamente.
¿con qué tinta se escribirá mi historia?
¿con qué manos?
¿con qué palabras...?
No seré más que de nuevo la super-canalla vil y deshonesta que derrumba todo.
Maldito Jodido Infierno.

Me destroza que hayan pasado miles de años en éste último segundo.
Percibo su silueta entre los edificios: pasa a gran velocidad, para desaparecer de nuevo. Parece un ave negra y extraña, pero no es más que el producto desclasificado de alguna mente psicosocial y retorcida.

Cada día mis pulmones se encharcan un poco más con el ácido de mi corroído vómito, y el ave que no es ave no se distingue en la noche sin estrellas del fondo de mi diminuto baño.
No está en el fondo de las cajas de galletas, ni entre los bollos del armario.

"son las pequeñas cosas del día a día
las que hacen que se cumpla la profecía"

Se acaba el tiempo.

viernes, 1 de julio de 2011


[...]"Lejos entonces quedará la repugnancia por lo humano y la mierda que lo rodea, por su afán de comprar “cosas” para ser alguien, por su egoísmo, por sus necesidades inventadas, por sus culpas y sus pecados. Y entonces la guerra contra Dios seguirá en manos de otra que haya bebido del fruto de la verdad, y que como yo habrá de morir sola frente al espejo. Con gran dolor, pero sonriente.[...]"

[...]"¡Basta ya de la tenaz necesidad de autodestruirme! Ha llegado el momento de culminar la tragedia y apagar la garganta para perderme en la neblina de la historia.
Aun creo que existo.[...]"

justice.

domingo, 24 de abril de 2011


Me conmocionó. Me dejó en un estado prolongado de catarsis.
Es una estupidez, quiero pensar que lo es, pero las palabras de aquella chica muerta, retumbando en mis oídos...

"Acabaré por caer..."

Hice un largo repaso de los numerosos diarios que tengo repartidos por la casa, escritos con la tinta de la agonía de mis peores momentos.
(necesito escribir, me purga tanto como vomitar, me brota de los dedos, me supura de las córneas y me ofrece una salida rápida ante otro bloqueo mental).

Todos están escritos a modo de carta, a modo de carta de despedida.

"Acabaré por caer..."

Son mi legado. Lo único que quedará en este planeta, por encima de éste cadáver, lo único que tendrá algo de verdad sobre lo que soy o lo que fui, una vez caiga.
No hay nada más. Ya lo doy por echo, sin darme cuenta.
No duraré mucho más.

Ya no tengo ganas, ni motivos, ni esperanzas.
Estoy cansada de ser ésto, un ente deprimido y cansado, pero soy incapaz de ser otra cosa.

Soy un ácaro del polvo atrapado en la bolsa sucia de un aspirador encerrado en un armario cerrado con llave; solo, diminuto y a oscuras.

Y si no es así, por VOGUE que lo merezco.

Maldita Anna Westin.