domingo, 24 de abril de 2011


Me conmocionó. Me dejó en un estado prolongado de catarsis.
Es una estupidez, quiero pensar que lo es, pero las palabras de aquella chica muerta, retumbando en mis oídos...

"Acabaré por caer..."

Hice un largo repaso de los numerosos diarios que tengo repartidos por la casa, escritos con la tinta de la agonía de mis peores momentos.
(necesito escribir, me purga tanto como vomitar, me brota de los dedos, me supura de las córneas y me ofrece una salida rápida ante otro bloqueo mental).

Todos están escritos a modo de carta, a modo de carta de despedida.

"Acabaré por caer..."

Son mi legado. Lo único que quedará en este planeta, por encima de éste cadáver, lo único que tendrá algo de verdad sobre lo que soy o lo que fui, una vez caiga.
No hay nada más. Ya lo doy por echo, sin darme cuenta.
No duraré mucho más.

Ya no tengo ganas, ni motivos, ni esperanzas.
Estoy cansada de ser ésto, un ente deprimido y cansado, pero soy incapaz de ser otra cosa.

Soy un ácaro del polvo atrapado en la bolsa sucia de un aspirador encerrado en un armario cerrado con llave; solo, diminuto y a oscuras.

Y si no es así, por VOGUE que lo merezco.

Maldita Anna Westin.