jueves, 24 de septiembre de 2015

miércoles, 23 de septiembre de 2015

" Entra olor a pescado por el patio y me excita recordar el de su vagina como si fuera una tirita para cada herida que abre esta resaca obsesivamente represiva . Que le jodan a la Via Láctea, estoy creando la mía. " 

Pablo Hasel

martes, 22 de septiembre de 2015

La tipa se retuerce como una perra en la camilla.
Berrea, aprieta los dientes, se muerde la mano y vomita todo tipo de insultos. 
A medida que voy avanzando el dibujo, vienen a mi mente flashes de otra época -casi de otra vida-.
Escenas a medio construir de algún lugar que todavía existe en algún rincón de mi cerebro, recuerdos sesgados y desordenados que al principio no tienen mucho sentido. 
A medida que van pasando los minutos voy cayendo presa de mi ensimismamiento; me evado.
Estoy torturando a esta tipa aquí y ahora, pero estoy muy lejos y en otro tiempo. 
Huyo de la realidad y del mundo físico, mi cuerpo se convierte en un autómata, funciona por sí solo sin necesidad de un ente que le diga qué hacer o por qué, se convierte en algo tan industrial que de alguna forma alcanza la perfección sin mí; no me necesita, incluso diría que le estorbo. 

La tipa sigue gritando blasfemias, mi cuerpo sigue tatuándola e ignorándola deliberadamente, y mi mente sigue perdida en un mundo tan absolutamente lejano a éste que tan sólo se le podría llamar paraíso: 
Estoy en lo alto de un viejo tejado, en una casa abandonada en mitad del campo. 
Toco el ukelele mientras él pinta la pared con sus montanas de colores, fumamos yerba, bebemos monster.
Recuerdo el prado dorado que se extendía por hectáreas a nuestro alrrededor, vacío de humanidad y de civilización, en perfecto silencio y calma, con la tormenta eléctrica acercándose por momentos hacia nosotros, cruzando el océano gris profundo del cielo como si se nos viniese encima el fin del mundo. -Retumba el eco lejano de algún trueno.
Le veo bajándose el pañuelo de la cara y sacándome la lengua justo cuando empieza a chispear, recojemos los sprays a toda prisa y bajamos torpemente a suelo firme. 
Veo el relámpago que cae en el árbol a pocos metros de nosotros, como si de verdad me hubiese transportado físicamente a aquél momento, y su cara de incrédulo mirándome con los ojos muy abiertos y gritando que corriéramos. 
Recuerdo la libélula que había posada en el manillar de mi bici cuando la cogí y que voló con nosotros por la carretera durante la mitad del camino. 

Entonces "noto una perturbación en la fuerza", caigo en la realidad con esa sensación de mal despertar, de haberte zambullido en el agua helada: la tipa se levanta de la camilla maldiciendo. 
Miro la libélula que le estoy tatuando en el culo, la tipa me da la enhorabuena muy contenta y se pone a hacerse fotos y a pasear su culo hinchado, enrojecido y sangrante por toda la red. 

Observo la escena en silencio y soy consciente de que necesito desesperadamente volver a dondequiera que mi mente estuviese y no despertar nunca más.

lunes, 21 de septiembre de 2015

¿cuál es la velocidad

De la oscuridad..?

miércoles, 16 de septiembre de 2015

He comido helado, pero vomito petróleo. 
Es una mezcla de toda la mierda que llevo por dentro y que lucha por permanecer y ser digerida. 
Parece helado, pero en realidad es asco, culpa, odio, rabia, rencor..asfixia. 
Tengo que hacer grandes esfuerzos para expulsar todo lo que el helado no ha arrastrado,
noto cómo se contrae mi estómago, el ardor en la parte alta de la garganta, la congestión...
pronto llegan la debilidad, el temblor en mis piernas y la sensación de desvanecimiento.
Me lavo la cara, me sueno la nariz, me lavo los dientes y me abraso el alma con el puto listerine.  
Me dejo caer en mi rinconcito de la ducha, donde ya tengo preparados cenicero, peta y mechero.
La primera calada es mala, sabe a dentífrico y me hace toser, el humo me rasca en la garganta.
Pero mi cerebro ya hace rato que empezó a drogarme con pura serotonina; vomitar es una droga.
La segunda calada sabe celestial, mi mente empieza a divagar envuelta en un placer extraño -de otro mundo- 
Me siento tan liviana que parece que hubiera salido de mi cuerpo y tan sólo me formara el humo que se arremolina en el diminuto y blanco cuarto de baño; como si no pesara nada. 
Por un rato no soy yo, soy otra cosa; demasiado débil y vulnerable como para sentir odio o felicidad. 
Liberada por un momento de mi misantropía, mi cinismo avanzado y mi retorcido sentido de la justicia... completamente neutral, inafectable por nada, protegida por la mampara translúcida de la ducha, a millones de años luz de cualquier otro ser humano; en paz. 
Por un momento, no soy nada ni nadie, y es perfecto. 
Apenas la sombra de un fantasma que observa delirante una sucesión de imágenes que bien podrían ser recuerdos de la vida que quizá alguna vez tuvo, pero que quedan tan lejanos que parecen una mala película de la que tan sólo se alcanzan a recordar breves escenas, y que nada te afectan o te impresionan ya. 
Acabo mi peta y salgo del baño todavía algo mareada. 


Ha estado bien, mañana más.

lunes, 14 de septiembre de 2015

No existe el mundo tal y como lo conocemos.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

martes, 8 de septiembre de 2015

A veces sólo hace falta demasiada yerba.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Grita.
Tan sólo grita.
Tan alto que retumben los edificios...
¡que estalle la hueca cabeza
de cada malnacido de ésta podrida ciudad..!
Grita tan fuerte como puedas y hazme gritar,
hasta que nos exploten los pulmones
y nos asfixiemos todos de agonía.

Hay demasiado silencio ésta noche.
El mundo necesita un grito. 
- Tia, eres muy rara.
- ¿Pero rara de "poco común o frecuente"... o rara de "escasa en su clase o especie"?
- Rara de cojones.
- Oh, gracias.

sábado, 5 de septiembre de 2015

De la naturaleza tortuosa 
de la humanidad, 
ninguna cosa recta 
se puede obtener.

Kant.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Y ahora es cuando cojo éste día, 
le prendo fuego y lo tiro a la puta basura,
junto con todos los demás días de mierda que todavía recuerdo.






jueves, 3 de septiembre de 2015

La resina pegajosa de aquel cogollo se me adhería a la punta de los dedos mientras trataba de llevar a cabo la ardua tarea de liar aquel fino papel sin romperlo. Se asemejaba al polvo de oro, brillaba con luz natural como el engaste de una joya preciosa... durante un largo minuto me quedé absorta. 
Al término de éste escuché cómo se aclaraba la garganta a mi derecha el único al que alguna vez me atrevería a describir como mi amigo, (siendo yo una escéptica de éste termino, una cínica condenada a estallar en terribles carcajadas ante la visión de quienes, en caliente debate, lo defienden.) 
No, la amistad no existe. Mucho menos los "amigos". No importa, yo seguía en mi mundo.
Me dio fuego con la expresión en la cara de quien observa un urobro; mitad tristeza y asombro, mitad repugnancia. Le entendía. Desde la última vez que me vio estaba muy desmejorada. 
Percibí que no se atrevía a decir nada, así que rompí el silencio:
- ¿Qué te pica? - Dudó un segundo. Tras un trago a la cerveza perdió la vista en los tejados y abrió la boca: Nada, simplemente tengo la sensación de que eres mas tú que nunca. -La respuesta me dejó boquiabierta, cuando ya creía que nada podía sorprenderme. 
- ¿Y eso es malo?- Se levantó del suelo de la azotea y escaló por la ventana hasta el tejado. Luego me tendió la mano y me ayudó a subir, nos tumbamos sobre las tejas contemplando una cegadora puesta de sol, de las de nubes rosas y naranjas, con cientos de golondrinas surcando el cielo. 
Dio una larga y profunda calada: 
- Eres destructiva e imparable, ¿entiendes?
- ¿Entender qué?
- Pues que ahora eres más destructiva e imparable que nunca.
- Un brindis por eso.


martes, 1 de septiembre de 2015

Solamente a mí me ha tocado ser yo.
Qué indescriptible putada. 



A diario experimento una nueva escala de dolor muy por encima del gráfico.
Lentamente van haciendo mella en mí las horas, sin detenerse.
Cada una sobre la siguiente, entre imágenes delirantes de realidades alternativas
y la clara visión de la bruma en un sueño lejano.
Siempre bajo la dilapidante presencia de esa gran ausencia. 
Me desgarra y me subo por las paredes, pero nunca alcanzo el techo.
Me hundo ridículamente en el suelo, mucho mas allá del asfalto.
Me desnuda el recuerdo, y la sensación de perder lo que nunca fue mío,
hasta que me cubro de vergüenza en llantos invisibles,
que tu nunca escucharás, y que no te pertenecen 
porque nunca fueron tuyos.