domingo, 25 de octubre de 2015

Me meto en mis zapatillas y me pongo la chaqueta. 
Le subo a la vecina de arriba unas bragas negras de encaje trasparente que por algún insondable misterio de la naturaleza han llegado a parar a mi galería (como tantas otras cosas, otras tantas veces).
Me da las gracias enrojecida y con una sonrisa pudorosa cierra la puerta muerta de vergüenza. 
Salgo a la calle con la capucha puesta y las últimas caladas del último peta en la boca. 

Un viejo que pasea a un un perro-rata sin correa me mira apagando la colilla en el suelo como si fuese una delincuente peligrosa y repugnante, y pasa de largo. 

Camino con la mirada fija en el suelo, pero antes de llegar a la terraza del bar ya noto las punzantes miradas de la muchedumbre taladrándome en la distancia. -Acelero el paso.
Como una bala entro y le pido al camarero que conecte la maquina de tabaco.

Por un momento pienso que todo va bien, -estúpida-.
Que nadie ha percibido mi aura odiosa de bicho raro, -imbécil-. 
Que no se me ha notado el temblor en la voz,-ingenua-. 
Y que si me había mirado alguien era por esa extraña costumbre que tiene la gente de mirarse unos a otros, y no porque detectasen que yo no soy una de ellos -maldita ignorante...- 

Nada más darme la vuelta para ir a por mi tabaco me topo con la directa y fija mirada de los cinco tipos que había allí dentro, y desde mi capucha escucho la amortiguada voz de uno de ellos que dice: 
"¿pero y tú de dónde sales...?" con absoluta tranquilidad y descaro. 

Ignorándolo a él y al silencio reinante, compro un paquete de Fortuna* y salgo/escapo/huyo de allí con el jodido corazón en la jodida garganta, y durante tooooooodo ese tiempo (que parecía eterno) no paraba de darle vueltas a la cabeza tratando de analizar la entonación, las palabras, la mirada, algo que me hiciera entender a qué cojones se refería exactamente.

Llegando a la conclusión de que:
1- O aquello ha sido una demostración de la que debe ser la nueva técnica de ligar más cutre de todo el planeta desde que los cavernícolas golpeaban con piedras a las mujeres para meterlas en las cuevas.
 O...2- Mi misantropía y mi cada vez más avanzado estado de descomposición mental son tan espectaculares que hasta la gente más normal -incluso mediocre- es ya capaz de percibirlos lo suficiente como para activar sus alarmas de intruso anómalo en la zona. 

Me decanto indiscutiblemente por la segunda, lo que considero que debería tomar como un importante aviso para que a partir de ahora mejore mi actuación de "persona normal" cuando me veo obligada a coexistir y/o relacionarme con vosotros, los humanos. 

jueves, 22 de octubre de 2015


-Esas veces no he sabido qué hacer.
Me he podido perder mucho más allá del ensimismamiento...
Quizá habría podido morir en aquél lugar cientos de veces
antes de que alguien me hubiese encontrado recubierta de moscas y gusanos.
Te ves de pie frente al oscuro umbral de lo desconocido, 
y te das cuenta de que no hay suficientes cañones apuntándote. 
Que podrías haber empujado por ese abismo a muchos primero,
que hicieran de colchón para tu cadáver suicida.
-Aquellos que te pegaban, te insultaban, te humillaban...
y te robaban el dinero del almuerzo cada puto jodido día. 
-Aquellos que te quisieron cuando no lo merecías, ¡por estúpidos!
Tantas ratas y ratas del infierno esparcidas como un virus por este ancho planeta,
reproduciéndose y creando más y más ratas y ratas del infierno...
Y piensas, -nena, tú podrías parar ésto.
Pero tus pies saben que no eres quién para resolver los problemas del mundo.
Tus pies blancuchos y descalzos se aferran al borde con fuerza porque saben
que había un hombre muy rico que miraba alrededor y contemplaba la desgracia del mundo.
Y ese hombre un día se dijo: "Tengo dinero, yo puedo hacer algo."
Así que cogió todo su dinero y lo donó a una ONG.
Pero cuando miró alrededor siguió viendo que el mundo era desgraciado.
Y se dijo; "Estoy sano, puedo ayudar." Así que fue al médico y donó un riñón.
Más tarde miró alrededor y el mundo seguía sufriendo.
Desesperado volvió al médico y le dijo: 
"Doctor, ésta vez quiero donarlo todo, córneas, médula, órganos...todo."
El médico le dijo que aquello no podía ser, que era un suicidio, y lo echó.
Así que el hombre se fue a su casa, escribió en la pared "donante de órganos"...
llamó a una ambulancia y se cortó las venas en su bañera. 
Y ahí lo tienes, un hombre que lo dio todo para arreglar las miserias del mundo.
Y tus pies saben que desde ésta azotea ves el mundo.
Y el mundo sigue sufriendo, sigue apestando, y las desgracias persisten. 
Tus pies saben que la moraleja es que eres idiota si intentas hacer algo por arreglarlo.
No sirve de nada, y de todos modos todas las criaturas de éste mundo mueren solas.
Asi que tus pies son listos y saltan,
y tú mueres unos metros mas abajo 
con la cara aplastada contra el asfalto.

domingo, 18 de octubre de 2015

miércoles, 7 de octubre de 2015

"Un atardecer, senté la belleza sobre mis rodillas.
Y la encontré amarga.
Y la insulté."

Arthur Rimbaud