viernes, 6 de mayo de 2016

A veces la suicida que hay en mí no puede controlarse.
Las mutilaciones evolucionan y alcanzan nuevos estadios desconocidos.
Autoagresiones mentales que adoptan identidad propia
y se ríen de mí, dejándome muy hundida en éste líquido amarillo 
que apesta a cerebros podridos y que bien podría ser 
el último resquicio de la humanidad que una vez tuve. 

Es irónico 
el modo en que contemplo mi cadáver magullado
frente al espejo. 
Y esos afilados colmillos que percibo 
no son los míos,
pero llevan mi nombre. 

¡Qué importará morir devorada..!

Mi vida se fue con manadas salvajes
y corre por recónditos y verdes lugares.
Lejos, donde el aire no huele a humo
ni queda nadie para respirarlo.

Por lo demás
de mí ya solo quedan despojos
bastante fáciles de aniquilar
y una larga lista de incomprensiones. 



1 comentario:

escupe.