martes, 6 de marzo de 2018

Sucede que en el torbellino atroz de mi locura, a veces, te encuentro y
por un segundo me parece que en el fondo se quién eres.
Como si toda la bruma tóxica de mi cerebro se disipase lo justo
para atisbar tu silueta trazando puentes de tiza hasta mi. 
Quizá exista una faceta ególatra en mi persona que me guía de la mano
por el engaño de tu mirada atravesando la niebla hasta percibirme,
pero entiendo que sólo eres una sombra más, como yo, 
a la huída entre los viandantes de una realidad escabrosa,
demasiado ocupado en sobrevivir como para mirar alrededor y encontrarme.

Tranquilo, 
jamás me permitiré el lujo de la esperanza o el autoengaño,
no tengo fe en nada, mucho menos en algo tan insólito.
En realidad empiezo a pensar que no soy real
y tan sólo me regodeo en ello.  

Existe cierto placer en la desesperanza, 
o quizá es solo una alucinación sensorial
producida por el veneno existencial que me recorre. 




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