La sonrisa de mi columna vertebral

os saluda y os desea un feliz Halloween.

Que no os engañen.

Morir duele más de lo que parece.

 Y mientras tanto,

 compañeras de habitación

que roncan como Godzilla 

a las 5 de la mañana.

Simplemente mágico.

Lo odio todo.

Perdona si no estoy muy sociable.

O no.

Me da igual.

 

 Lo primero que destruiré 

cuando me disponga a aniquilar el mundo,

son los hospitales.

Los primeros en morir deben ser 

"los profesionales de la salud".

No sólo por ser un punto estratégico,

sino porque además son los payasos

que con más diferencia odio 

de entre todos los humanos

de este apestoso y maldito agujero.

No los mataré expresamente,

dejaré que la tortura se me vaya de las manos

y que vayan muriendo uno a uno

a consecuencia de ello.

Aunque me lleve años.

No quedará ninguno.

Y luego iré por las universidades

aniquilando a todos los que estudien medicina,

incluyendo por supuesto a los más faranduleros,

los de la "salud mental" y sus putas pantomimas

con sus malditos adoctrinamientos.

Cogeré a cada jodido médico de este planeta

y los someteré a las mayores atrocidades.

Y cada vez que saque uno de sus órganos

se los mostraré mientras aún respiran

y les preguntaré qué órgano es ese.

Ya que son tan listos deberían ser conscientes

de cada herida irreparable

que les vaya haciendo. 

Y mientras tanto, los demás esperarán presos,

y los iré alimentando con pienso de perros

aderezados con mierda abundante 

para que sepan a qué sabe la comida 

que sirven a sus prisioneros 

en sus putas cárceles

que tienen los santos cojones 

de llamar hospital.

No quedará ni un solo hijo de puta de estos.

Empiezo mañana.

 

42

Hace unos diez años, tatué a esta tipa.

(Que se dice pronto).

Me contacta y reaparece de nuevo.

Cuando me ve, 

inmediatamente pone cara de sorpresa.

No entiendo muy bien qué pasa.

Antes de saludar siquiera expresa:

"¿¡Pero cómo lo has hecho!?"

Ve que sigo sin entender y continúa:

"¿¡Pero cómo has perdido tanto peso?!"

Ah, eso.

No sé cómo explicarte.

Verás ha sido una compleja combinación

de autolavado cerebral exahustivo durante años

para convencerme de que la comida 

es mi mayor enemigo en el mundo,

junto con una cantidad exagerada de ejercicio,

extremas restricciones calóricas,

ayunos de días,

seguidos de atracones, 

seguidos de vómito provocado,

que desembocaron en lo que, 

muy probablemente,

 sean varios trastornos alimenticios severos 

que jamás se confirmarán oficialmente

por ningún profesional de la salud 

porque seré autodestructiva,

pero no tonta. 

Como me he quedado callada

por un par de segundos 

que han parecido 

dos millones de años,

la tipa insiste:

"¡Joder estás divina! ¿Cuál es el truco?"

- Pues lo típico, dieta y ejercicio.

De toda la vida.

Veo su cara de decepción,

que se me incrusta en la retina.

Si ella supiera...