Y entonces te das cuenta de que nunca antes tener razón te había sentado tan mal.
La confirmación de que tomaste las decisiones correctas hoy se siente como mierda.
Todo sigue su curso, y tú ahí encadenada a tu asiento de lujo en primera fila
con tu título honorífico de observadora profesional mientras la claridad de tu visión
confirma la cancerígena realidad que el resto parece percibir empañada.
¡Ya lo sabía! El mundo es ahora un lugar muy pequeño y te consume la claustrofobia.
Desde lo alto de éste luminoso faro, ya no queda sombra donde pueda ocultarse el misterio.
No, sabia no; alienadamente atenta. ¿Acaso soy la única a la que los números primos
le apestan condenadamente a gasolina roja?
Nadie más puede contar las puñaladas que he esquivado o asestado.
Con una especie de intuición, de sentido superdesarrollado parásito de mi consciencia,
veo cada una de las líneas temporales; cada posibilidad, de cada individuo, en cada universo.
Desde aquí puedo ver cómo la humanidad se masturba con conceptos.
Incluso cuando no podía verlo ya intuía que todo comienza con una gran erección.
El entramado del mundo se convierte hoy en la constante anticipación a la tragedia,
corréis en estampida siguiendo las señales que os llevan al abismo sin saber
que en el momento de despertar se tensará la soga con la que una vez me ahorcasteis,
y ya sólo podréis volver a alzar la mirada para tratar de entender mi diabólica sonrisa.
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viernes, 22 de enero de 2016
lunes, 18 de enero de 2016
domingo, 17 de enero de 2016
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