Ninguna de las interpretaciones
que haces sobre mi persona
ha dado nunca, ni dará en el clavo.
No estoy llorando porque esté triste,
lloro porque estoy viendo el cable
del puto cargador de tu móvil,
y soy consciente de que no puedo
agarrarlo y enredarlo sobre tu cuello,
para apretarlo con todas mis fuerzas
hasta ver cómo dejas de patalear.
Lo que tú interpretas como tristeza,
es en realidad una cantidad descomunal
de ira, rabia e impulsos homicidas
que generan una frustración inhumana
que sale en forma de lágrimas asesinas,
porque no quiero acabar en la cárcel.
Y es jodidamente gracioso
que puedas sentir pena por mi,
cuando en realidad sentirías puro terror
si pudieras percibir un 1% de las escenas
que en ese momento pasan por mi mente.
Puede que llore, pero no te equivoques.
Fantaseo cada día con ser
una maníaca homicida,
y puede que llegue el día
en que me de igual
ir a la cárcel
o suicidarme.
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