martes, 24 de julio de 2012

Conversaciones entre mi habitación y la cocina



- Má, no encuentro los calcetines...
- Pues búscalos mejor.
- Ya he buscado, y no aparecen.
- ¿Has mirado en su sitio?
- Si, pero no están...
-¿A que voy yo y los encuentro?

Puedo escuchar los pasos ágiles acercándose por el pasillo.
Tiemblo.
Ella no entra; irrumpe en mi habitación. Porque ella es la reina de la casa, su casa.
Me interpongo instintivamente entre la mesilla de noche y su persona.
Primero me fulmina con la mirada, y luego me aparta como el que busca algo en la nevera y le estorba el bote de ketchup. Tiemblo más. Ya es imparable.
Coloca sus dedos en el borde del cajón, y tira de él.
No se me ocurre otro modo de reaccionar que tirar al suelo una figurilla del estante. "sin querer".
Todo el suelo se llena de esquirlas y polvo blanco del yeso hecho trizas.
Me mira con los ojos como platos.
Sale a paso rápido de allí, dejando olvidado el cajón a medio abrir.
Corro hacia la habitación de mi hermana, y le robo unos calcetines.
Vuelvo al punto de partida justo antes de que me vea, y llega con la escoba y el recogedor.
Le enseño los calcetines en mi mano,  suspira y dice algo entre dientes.
Deja allí la escoba, y vuelve a la cocina.

Entonces cojo mi vieja mochila, la vacío sobre la cama, y vierto el contenido del cajón dentro de ella.
Empiezan a caer librillos de papel, mecheros, tabaco, piedrecitas de polen, la cinta métrica, la libreta de intakes y la de calorías, y doscientas chocolatinas con el envoltorio todavía intacto.
También ciertas fotos que nadie debería nunca ver, y un par de cartas que conservo de los viejos tiempos, donde se expresa con total claridad las tardes de skate y alcohol en el parque.
Un diario sin llave que escribí en mi peor época.
Un polvorón de a saber qué año.
Una caja de condones medio llena.
La merienda de ayer. Y la de antes de ayer, envueltas en papel de plata.
 Parte de la cena de anoche y una manzana que en algun momento se encabezonó en que me comiera, metidos a presión en un tupper were que tengo de emergencias.
Finalmente, los calcetines.

Una vez más, no se cómo, estoy a salvo.
Así pasé los años de instituto.
Sin saber cómo.

3 comentarios:

  1. Qué horror cuando pasa algo así. Me imagino tu pobre corazón a mil, pero la mente es mas rápida que una madre a veces.
    Pero de esos pequeños errores se aprende, al menos yo aprendí a guardar mejor mi basura cuando una vez casi me atrapan también jajaj
    besos linda :*

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  2. que horrror pero no te juzgo es lo q hay y debemos aprender a lidiar con esto para q no se nos lleve las pocas ganas de vivir q talvez nos quedan yo la pase entre vomitos y ejercsicio atracones y vomitos y mas q asco esos fueron mis ultimos años de cole

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  3. " tardes de skate y alcohol"... Toda una vida metida en un cajon, desde comida a condones... Guarda mejor las cosas, quizas la proxima no tengas tanta suerte

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escupe.