De alguna manera me estoy saboteando.
Es como si todo lo que hago estuviese evocado a desaparecer,
a ser olvidado en el tiempo, a desintegrar toda prueba capaz
de constatar que una vez, estuve aquí.
Inconscientemente lo planteo todo para que, cuando muera,
el universo continúe como si yo nunca hubiese existido.
Incluso las personas que tatúo, algún día no muy distante,
enterrarán con ellos mis dibujos y los convertirán en
pestilentes masas podridas y amorfas, y luego en polvo.
Dentro de 100 años
todas las personas que me conocieron
ya habrán muerto,
y el mundo jamás volverá a escuchar mi nombre.
-A nadie le importa que desaparezcan
aquellos que nunca debimos estar aquí.-