Equilibrio es
lo que hoy mantiene vacío mi estómago.
Lógica innegable que dicta que si en el pasado comí de más,
ahora tengo que comer de menos.
Volcar mi vida entera a volver negativos los números.
Tratar de arreglar el estropicio que me llevó al desastre
y ser frente a todo consecuente, es decir,
dejarme follar sumisa y sin rechistar por las consecuencias.
Qué pequeño precio, cuando tengo ya frente a mí
la absoluta demostración de que mi fin
acabará justificando mis medios.
Reducirlo todo a un impulso vital atrofiado.
Evolucionar hasta volverme inútil, vivir sin pensar.
Estoy en mitad de una lucha en la que para empatar
tendría que (literalmente) matar* a mi rival.
Pero aún sonrío cuando soy capaz de percibir
el retorcido y cruel cinismo del universo.
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escupe.