A veces sólo respondo con una sonrisa. Una enorme y reluciente sonrisa que dice "vete a la mierda".
lunes, 1 de febrero de 2016
Desde lo alto del puente que cruza las vías del tren a las afueras de ésta corrupta y oxidada ciudad, todavía me ciega la decadente puesta del sol, incluso a través de la toxicidad y el humo soy capaz de contemplar el lugar que ocupo; a mitad de camino entre ángeles e insectos. El tren que se aleja bajo mis pies y hace retumbar la estructura sobre la que fumo podría tanto acabar con mi existencia en un segundo, como llevarme lejos a alguna especie de futuro incierto pero deslumbrante. Siempre me gustaron los trenes, especialmente los que se van de aquí.