Un aullido desgarrador cruza la noche y por un momento todo parece un mal sueño. De alguna manera el mundo se vuelve difuso y desaparece. Nada tiene sentido. No hay redención. Sólo queda silencio. Ni siquiera dolor. Ojalá nunca vuelva a hacerse de día.
miércoles, 20 de abril de 2016
...me parece bien. De todos modos es demasiado sencillo, y hace demasiado calor; de seguro continuarán sin mí. Yo tengo mi deber, y me enorgulleceré del mismo como muchos: dejándolo de lado. Mi vida está gastada. ¡Vamos! ¡Finjamos, vaguemos, oh piedad! Y existiremos divirtiéndonos, soñando con amores monstruosos y universos fantásticos, quejándonos y reclamando las apariencias del mundo [...] En mi cama de hospital, el intenso olor del incienso me ha vuelto a envolver, guardián de los aromas sagrados, confesor, mártir... Reconozco en ésto la sucia educación de mi infancia. ¡Y qué! Vivir mis veinte años porque los otros viven sus veinte años..¡No! ¡No! ¡Desde ahora me rebelo contra la muerte..! El trabajo le parece demasiado ligero a mi orgullo: mi traición al mundo sería un suplicio demasiado corto. En el último momento atacaría a diestra y siniestra... Entonces, -¡oh, pobre alma querida...!- ¡Tal vez aún no hayamos perdido la eternidad...!