Te levantaste una mañana
y compraste una pistola.
Nadie te explicó nunca nada
sobre el bien o el mal.
¡Eh! tienes que arder
para poder brillar.
Te levantaste una mañana,
y lo habías perdido todo,
así que agarraste fuerte tu pistola
y te pusiste a caminar.
No queráis verme pasar*