viernes, 7 de septiembre de 2018
Contemplar
cada centímetro de tierra
de este planeta
reducido a cenizas,
ver los océanos hervir.
Vislumbrar en el cielo nocturno
EL FUEGO
de ese cuerpo celeste que lleva
millones de años en trayectoria
de colisión directa contra nosotros,
verlo rasgar nuestra atmósfera
y sentir el suelo temblar
con el impacto masivo y mortal.
O el desencadenamiento
de un virus o parásito
que de lugar a una pandemia mundial
hasta ver reducida la población a 0.
Incluso la extinción abrupta
de nuestro sol,
sumiendo todo nuestro sistema solar
en una oscuridad
gélida, yerma y eterna.
Pero no,
los deseos no se cumplen,
no importa con cuánta fuerza lo desee,
y aquí estamos.
cada centímetro de tierra
de este planeta
reducido a cenizas,
ver los océanos hervir.
Vislumbrar en el cielo nocturno
EL FUEGO
de ese cuerpo celeste que lleva
millones de años en trayectoria
de colisión directa contra nosotros,
verlo rasgar nuestra atmósfera
y sentir el suelo temblar
con el impacto masivo y mortal.
O el desencadenamiento
de un virus o parásito
que de lugar a una pandemia mundial
hasta ver reducida la población a 0.
Incluso la extinción abrupta
de nuestro sol,
sumiendo todo nuestro sistema solar
en una oscuridad
gélida, yerma y eterna.
Pero no,
los deseos no se cumplen,
no importa con cuánta fuerza lo desee,
y aquí estamos.
lunes, 3 de septiembre de 2018
Somos
los herederos bastardos
de una especie que se degrada,
que lleva pudriéndose miles de años.
No hay futuro,
no habrá mundo en poco tiempo,
el calentamiento global atrapa el CO2
en una atmósfera venenosa,
y los oceocéanos supercalentados
se elevarán
inundando las tierras bajas
dejando lo que quede de humanidad
horneándose en un desierto de ceniza
que alguna vez alimentó al mundo.
Y así, por fin, acabará nuestro
terrible e inmerecido reinado
para sumirnos en la nada,
para poder abrazar de una vez
la tan ansiada no-existencia.
los herederos bastardos
de una especie que se degrada,
que lleva pudriéndose miles de años.
No hay futuro,
no habrá mundo en poco tiempo,
el calentamiento global atrapa el CO2
en una atmósfera venenosa,
y los oceocéanos supercalentados
se elevarán
inundando las tierras bajas
dejando lo que quede de humanidad
horneándose en un desierto de ceniza
que alguna vez alimentó al mundo.
Y así, por fin, acabará nuestro
terrible e inmerecido reinado
para sumirnos en la nada,
para poder abrazar de una vez
la tan ansiada no-existencia.
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