viernes, 7 de agosto de 2020

Estoy deshidratada de tanto llorar.
No puedo parar 
y me importa una mierda
que me vean.
Es que ya no lo controlo, 
a veces me controla a mi. 
Estoy tan invadida por la tristeza
que sólo me quedan ganas de morir
y de nada más. 
La busco por todas partes, 
fantaseo con encontrarla en cada esquina. 
Pero ni la muerte me quiere. 
Hasta donde alcanza mi mirada, 
solo queda desesperanza 
y demonios que juegan a hacer
ángeles de nieve con mis cenizas. 
Todo ha sido barrido
por la onda expansiva 
de mi radioactividad. 
Me duele mucho respirar. 
No entiendo por qué 
ni cómo es posible
que siga existiendo


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