Reconozco
que he intentado suicidarme antes.
Intentado de verdad, con propósito.
Nunca lo he verbalizado en voz alta.
Nunca lo he admitido ni contado a nadie.
Es la primera vez que lo expreso así,
sin tapujos,
aquí donde nadie escucha,
donde no existo,
ni tengo cara ni soy nadie.
Y sin embargo en aquella ocasión,
al compararla con el momento vital
en el que me encuentro ahora,
me resulta nimia.
La tendencia natural en mi caso
es que todo puede ir a peor siempre,
y de hecho lo hará.
Cada vez que me atrevo a pensar
que algo no puede ser peor,
el universo me abofetea y alecciona.
-Claro que puede,
es una espiral descendente infinita.-
Un sumidero sin final.
Si lo hubiese conseguido entonces,
me habría ahorrado todo este descenso vital.
Todo el dolor, el sufrimiento, el vacío.
La maldita desesperanza,
la degradación a la nada en la que me encuentro.
Juro solemnemente
que he intentado encontrar la felicidad
constantemente en las pequeñas cosas
desde entonces, durante años.
He luchado ferozmente por ser más rápida
que la oscuridad que me persigue.
- Me gusta mirar los pájaros.
Soy estúpida encontrando paz
en cosas tan absurdas lo sé.
O quizá todo lo demás es tan abrumador
que mis aspiraciones están
forzadamente reducidas y simplificadas.
No lo sé pero
realmente no puedo más.
Es demasiado.
Cómo describirlo.
Siento que acabo de atravesar
una noche fría y profunda
que ha durado años y años.
Y dentro de esa eternidad oscura
he tropezado con lo que creí
que era algún tipo de
leve destello de amanecer.
- qué vergüenza y asco
el contacto húmedo de la esperanza-
Pero ahora estoy en el umbral
de una noche mucho más oscura e infernal
que realmente no tengo fuerzas
para atravesar.
Las gasté todas para llegar hasta aquí.
Creí que sería el principio del fin.
Y supongo que lo es,
pero porque me rindo.
Paso.
Me bajo de la vida.
Se acabó.
En éste videojuego de pesadilla
he alcanzado un nivel
que de ninguna manera puedo pasarme.
Y aunque lo intentase,
seguir adelante no serviría de nada.
No soy tan morbosa como para querer ver
cómo de mal se pueden poner las cosas
a partir de éste punto en el que
realmente ya creía de verdad imposible
que fuera peor.
31 años de vida,
de los cuales
26 de castigo.
Y ya está.
Ya está bien.
No pasa nada.
Así son las cosas.
A la mierda.
No encuentro nada adecuado que decir, pero quiero dejar constancia de que te leo.
ResponderEliminarMe ofrezco, por si te sirviera de algo, a hablar o leerte si necesitas a alguien con quien hacerlo.
Besos.
Espero que escribirlo te haya permitido soltar lastre.
ResponderEliminarMe pasa lo mismo que a Devoradora de libros... no encuentro qué decirte.
Yo pasé por una época muy mala y quizá mi experiencia pueda servirte.
Ya sabes cual es mi mail.
A tu entera disposición.
Te envié un mail que no sé si leerás. Me uno a los de arriba.
ResponderEliminarSoy la chica que publicó la otra vez, no se si me recordaras. Mi parte egoista te dice que no nos dejes, que una persona menos como tu en el mundo nos va a hacer perder la partida. Ya somos bajos en número y la moral la tenemos por los suelos, como para tener una baja más. En ese momento el mundo se hara mucho más gris. Y muchos de los que valéis la pena irán detrás de ti.
ResponderEliminarAguanta pequeña guerrera, eres una campeona, si quieres hablar contéstame al comentario y te envío un correo.
Un abrazote.
No sé si te acuerdas, soy May, he comentado alguna vez hace años.
ResponderEliminarEstoy pasando por una enfermedad que me ha hecho desear la muerte y la vida, y me he dejado embaucar por la segunda.
Te he estado leyendo silenciosamente todo este tiempo, quiero agradecerte cada escrito.
Pedirte que te quedaras en algo en lo que profundamente no creo.
Desearte una mejor vida.
Es como verse reflejada en la imagen de alguien más, resulta abrumador.
ResponderEliminarSolo puedo ofrecerte mi abrazo y que sientas que estoy aquí, contigo, no sé qué más decir