Acuden a mí.
Me preguntan.
No sé qué responderles.
Yo no participo,
sólo observo.
No puedo explicarles.
Me aíslo.
Joder,
dejadme en paz.
No os soporto.
Siento asco.
Y luego culpa.
Como si fuera culpa mía
que me deis asco todos.
No me gusta...
sentir.
Es insoportable.
Pero siguen viniendo
con sus malditas preguntas.