Ácido hirviendo, así se siente.
Empapándose hacia dentro
y reventando cada célula que me compone.
Reacciones químicas descontroladas
explotando en cadena
dentro de los muros de mi piel,
a lo largo de todo mi cuerpo,
hasta niveles subatómicos.
Destruyendo cada partícula,
en silencio,
en un instante
durante días.
No es una enfermedad.
¿No?
Sólo es morirse.
Es lo que pasa cuando se te desmoronan
los pocos pilares que todavía sostenían en pie
las ruinas de lo que queda de tí.
Eso lo sé.
-¡Nada de lo que preocuparse!
Sólo es tu mente interpretando la realidad
y perdiendo el control
una vez más.
Pero esta vez ha sido peor.
La corrosión ha alcanzado
estructuras profundas de pensamiento.
Por momentos se desconecta el interruptor
que solías pulsar para apagar
toda esa mierda mental que te devora.
Claro, no sé qué coño esperabas.
Detonantes.
Da igual.
Esta noche
celebraré que ha acabado otro día.
Un día menos que vivir.
Un día menos que sufrir.
Y me aferraré a esa idea
porque lo importante es ser positivos, ¿no?