Que dice el médico que no lo tiene claro.
Que las pruebas arrojan datos confusos.
90 kilos de prepotencia sentados frente a mi,
y yo intentando disimular la sonrisa.
Este tipo cree más allá de todo razonamiento
que mi insignificante vida depende de él,
y eso es jodidamente gracioso.
He notado cómo se resquebrajaba
por un ínfimo segundo dorado
su divinidad autopercibida.
-Justo cuando ha tenido que reconocer
que necesita debatir el asunto
con otros compañeros de profesión.-
Pobre ignorante.
Me pregunto qué cara pondría
si supiese que le he asesinado miles de veces
en mis fantasías más salvajes.
Si supiese que, de poder,
le ataría a una camilla y le abriría en canal,
sacando cada uno de sus órganos
mientras aún sigue con vida,
preguntando sin parar:
'¿Cuál es este?'
En la lista de gente
a la que llevarme por delante
antes de suicidarme,
me sorprende lo rapidísimo
que ha escalado este tipo
al primer puesto en tan poco tiempo.
Casi se merece una medalla por el logro,
así que voy a dejar que siga pensando
que mi vida le importa menos a él que a mi.
Por las risas.