Ayer casi acabo en la cárcel.
Porque la habría matado.
Y no me habría arrepentido.
De hecho,
habría exigido a la humanidad
que me agradeciese ese acto.
Siete malditas horas seguidas
escuchando a esta tipa
contándome lo graciosa que resulta,
lo mucho que la quiere todo el mundo,
cómo todos se ríen de sus bromas.
Explicándome que no puede evitar
ser tan especial, tan carismática.
Un copo de nieve único y hermoso.
Lo delgada que está.
Lo ingeniosa que es.
Lo dura que ha sido su vida,
pese a ser tan inteligente
y estar plagada de tantos dones,
y lo bien hechas que tenía las uñas,
y lo largo que llevaba el pelo,
y su puta madre en vinagre.
Estaba utilizando "retractar"
cuando quería decir "retratar".
Ya sabemos quién será
la próxima presidenta del gobierno.
Una jodida maravilla del universo, vaya.
Que no os enteráis.
Que se merece un puto monumento.
Corred. Id.
Construid.
Una jodida pirámide, se merece.
Dios..........
En serio, me ha faltado poco.
No es fácil controlarse
cuando tienes en tu puta mano
una aguja sujeta a un motor,
y corriendo por tus venas
un brutal impulso homicida.
Una hora más
y le habría pinchado un ojo.
Creo que no lo hice
para que no se me enredara la aguja
en esas monstruosas pestañas postizas.
Aprecio más mi máquina que su vida,
después de todo.