- Tenía miedo de que no vinieras.
- Estaba intentando decidir qué bragas ponerme.
- ¿Y cuáles has escogido?
- Ninguna.
Sé que hay mujeres en el mundo, por ejemplo mis ex-amigas, que habrían dejado a sus hombres en el preciso instante en que éste les pusiera un revólver en la mano, pero yo no.
Siendo sincera creo que aquello hasta me puso cachonda.
- Nos piramos para siempre.
Para nosotros, vivir de otra manera era impensable.
La gente honrada que se mataba en trabajos de mierda por unos sueldos miserables, que iba a trabajar en metro cada día y pagaba sus facturas estaba muerta, eran unos gilipollas, no tenían agallas.
Si nosotros queríamos algo lo cogíamos, y si alguien se quejaba dos veces le dábamos tal paliza que jamás volvería a quejarse. Era simple rutina, ni siquiera lo pensábamos.
Pero, cuando vives de ésta manera, nadie te dice que van a matarte.
No hay peleas, ni insultos, como en las películas.
Los asesinos llegan con una sonrisa.
simplemente tener un coche ya le ata al carro de las responsabilidades.
ResponderEliminarrecibir un arma de otra persona la convierte en un ser dependiente.
Una fuga perfecta, pero condenada al fracaso.
Por esos asesinos a lo mejor, en mis pensamientos polis.
No hablo de una fuga.
ResponderEliminarHablo de la muerte perfecta ;)
mierda... que poca vista, eso lo cambia todo. Así mejor.
EliminarPsss...no se...yo no dejaria que alguien decidiese por mi el dia de mi muerte a menos que sea por el documento de las ultimas voluntades sanitarias que firme.El texto me recuerda a Bonnie and Clyde.
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