Me meto en mis zapatillas y me pongo la chaqueta.
Le subo a la vecina de arriba unas bragas negras de encaje trasparente que por algún insondable misterio de la naturaleza han llegado a parar a mi galería (como tantas otras cosas, otras tantas veces).
Me da las gracias enrojecida y con una sonrisa pudorosa cierra la puerta muerta de vergüenza.
Salgo a la calle con la capucha puesta y las últimas caladas del último peta en la boca.
Un viejo que pasea a un un perro-rata sin correa me mira apagando la colilla en el suelo como si fuese una delincuente peligrosa y repugnante, y pasa de largo.
Camino con la mirada fija en el suelo, pero antes de llegar a la terraza del bar ya noto las punzantes miradas de la muchedumbre taladrándome en la distancia. -Acelero el paso.
Como una bala entro y le pido al camarero que conecte la maquina de tabaco.
Por un momento pienso que todo va bien, -estúpida-.
Que nadie ha percibido mi aura odiosa de bicho raro, -imbécil-.
Que no se me ha notado el temblor en la voz,-ingenua-.
Y que si me había mirado alguien era por esa extraña costumbre que tiene la gente de mirarse unos a otros, y no porque detectasen que yo no soy una de ellos -maldita ignorante...-
Nada más darme la vuelta para ir a por mi tabaco me topo con la directa y fija mirada de los cinco tipos que había allí dentro, y desde mi capucha escucho la amortiguada voz de uno de ellos que dice:
"¿pero y tú de dónde sales...?" con absoluta tranquilidad y descaro.
Ignorándolo a él y al silencio reinante, compro un paquete de Fortuna* y salgo/escapo/huyo de allí con el jodido corazón en la jodida garganta, y durante tooooooodo ese tiempo (que parecía eterno) no paraba de darle vueltas a la cabeza tratando de analizar la entonación, las palabras, la mirada, algo que me hiciera entender a qué cojones se refería exactamente.
Llegando a la conclusión de que:
1- O aquello ha sido una demostración de la que debe ser la nueva técnica de ligar más cutre de todo el planeta desde que los cavernícolas golpeaban con piedras a las mujeres para meterlas en las cuevas.
O...2- Mi misantropía y mi cada vez más avanzado estado de descomposición mental son tan espectaculares que hasta la gente más normal -incluso mediocre- es ya capaz de percibirlos lo suficiente como para activar sus alarmas de intruso anómalo en la zona.
Me decanto indiscutiblemente por la segunda, lo que considero que debería tomar como un importante aviso para que a partir de ahora mejore mi actuación de "persona normal" cuando me veo obligada a coexistir y/o relacionarme con vosotros, los humanos.
Como camarera penosa que observa la penosa vida de sus clientes 90% hombres, puedo asegurarte que simplemente baboseaban, fijo, vamos, mano en el fuego.
ResponderEliminarEstamos jodidas, Me siento cada dia mas "persona subnormal" y fuera de lugar que nunca.Como si hubiese despertado en el futuro y estuviese fuera de lugar,que lo estoy.
Volviendo a tu entrada, no les des minima importancia a ese grupito de salidos estúpidos que pasan el dia observando y metiéndose en la vida de los demás porque no tienen propia...(já, me recuerdan a alguien)
Abrazos obesos nena ;)
Gracias, tu opinión aquí es siempre bienvenida (y me tranquilizas, porque debo estar consumida en paranoia -perdiendo el norte- y a veces ya no se cuál es la realidad).
ResponderEliminarYo también curré de camarera una época, pero no aprendí nada de la humanidad más que es mejor mantenerse a distancia de ella..así que sí, tengo que darte la absoluta razón: sencillamente estamos jodidas.
Besos podridos desde la Nochesfera! -y ánimo-