A veces la suicida que hay en mí no puede controlarse.
Las mutilaciones evolucionan y alcanzan nuevos estadios desconocidos.
Autoagresiones mentales que adoptan identidad propia
y se ríen de mí, dejándome muy hundida en éste líquido amarillo
que apesta a cerebros podridos y que bien podría ser
el último resquicio de la humanidad que una vez tuve.
Es irónico
el modo en que contemplo mi cadáver magullado
frente al espejo.
Y esos afilados colmillos que percibo
no son los míos,
pero llevan mi nombre.
¡Qué importará morir devorada..!
Mi vida se fue con manadas salvajes
y corre por recónditos y verdes lugares.
Lejos, donde el aire no huele a humo
ni queda nadie para respirarlo.
Por lo demás
de mí ya solo quedan despojos
bastante fáciles de aniquilar
y una larga lista de incomprensiones.
listas de incomprensiones, el mundo es así.
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