martes, 16 de marzo de 2021

 Un mensaje inesperado ilumina la pantalla, un mensaje de sólo tres palabras. 
-Es mi colega hecho polvo.-

Él forma parte de un selecto grupo de personas, mi más cercano e íntimo círculo. 
Son un pequeño grupo privilegiado, 
no rompo mi soledad por cualquiera. 

En la acogedora seguridad del refugio, 
santuario y templo sagrado que es mi cueva, 
la cafetera ronronea en el fuego. 
Mi colega se lía un may mientras me describe un amargo relato repleto de giros inesperados y caprichosas desgracias. 

El llanto contenido en su voz. 
La humedad en sus ojos. 
La sonrisa forzada, 
como tratando de restar importancia. 
El humor como estrategia defensiva. 
Manos temblorosas, nerviosas, 
buscando algo a lo que aferrarse. 
Mirada huidiza, posición corporal tensa. 

Escucho atentamente sin mediar palabra
mientras preparo y sirvo el café. 
Durante un largo rato lo observo liar, 
pero no lía. 
Mantiene el may en la mano, 
a medio hacer, 
sin terminarlo. 

Revive los hechos según los relata, 
y aunque se esfuerza mucho en disimularlo, 
puedo ver claramente que está afectado. 
No digo nada, sigo escuchando y le lío uno, 
se lo prendo y se lo paso encendido. 
A cada calada va desapareciendo el llanto contenido, noto cómo se calma levemente. 
La postura tensa se va relajando, 
comienza a mantener la mirada, 
la falsa sonrisa va desapareciendo. 

Para cuando lo apaga en el cenicero ya no hay velos ni pantomimas, el tono del discurso es más crudo, sincero, sin filtros. 
Se muestra vulnerable y sin tapujos. 

Puede que sea por el may y el café. 
O porque le escucho sin juzgarle. 
Tal vez solo necesitaba desahogarse.

Soy la única persona 
que le ha preguntado si estaba bien. 

Joder. 

Lo cierto es que yo siempre escucho.
En este pequeño círculo siempre soy yo a quien acuden en confidencia cuando en las horas bajas buscan cobijo emocional. 
Cuando necesitan a alguien 
a quien confiar un secreto, 
derramar lágrimas 
o reformular la realidad 
para dar sentido a la existencia. 
Irónicamente. 

Me pregunto qué pasaría 
si les hiciera yo lo mismo. 
Si les vomitara encima toda la oscuridad
que ellos apenas intuyen
que siempre he llevado dentro. 

Creo que fliparían. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

escupe.