jueves, 25 de julio de 2024

Hormigas. 

Para las hormigas,
incluso a pesar de ser 
mogollón en cada hormiguero, 
el individuo cuenta.

Cuando una hormiga 
está en problemas,
se le ayuda. 

No importa si está herida, enferma o atrapada. 

No obstante, 
es la hormiga en problemas 
la que decide si se deja ayudar
o si ya es demasiado tarde para ella. 

Si sabe que podrá salvarse, sobreactúa.
Muestra en exceso esa enfermedad,
pide auxilio y espera a que la ayuden. 

Ellas saben identificar el problema 
y actuar en consecuencia. 
Aplican un tratamiento u otro
en función de la herida que presente.

Frente a una infección,
Algunas utilizan sustancias microbianas.
Otras realizan amputaciones de forma calculada.
Cuando la infección está a la altura del fémur,
siempre amputan. 
Pero nunca a la altura de la tibia,
lo que aumenta enormemente 
su tasa de supervivencia
debido a su morfología.

Se le cura y cuida 
hasta que está recuperada.

Pero si la hormiga en problemas 
decide que es demasiado tarde para ella,
no pide ayuda.
No consume recursos del grupo.
No pone en peligro a los demás por ella.
Disuade a los que van en su ayuda
y se deja morir. 

Piénsalo por un segundo. 
Analízalo.

Y tú creyendo que son 
una mera plaga en tu cocina.

Nuestra especie 
es la puta plaga. 
No ellas. 




domingo, 14 de julio de 2024

"Tengo que aguantar un día más."



"Tengo que aguantar una semana más."



"Tengo que aguantar un mes más."



"Tengo que aguantar un año más."



"Tengo que aguantar."



"Tengo que aguantar."



"Tengo que aguantar..."



"Tengo que aguantar....."



"¿Tengo que aguantar..?"



"¿Qué coño estoy haciendo..?"


lunes, 8 de julio de 2024

Recuerdo la primera vez 
que enseñé uno de mis textos a alguien. 

Era un relato corto de mierda,
escrito con la caligrafía temblorosa
propia de una cría de principios de primaria,
en una libreta A5 azul de folios cuadriculados.
 
- Todavía lo conservas, cierra los ojos. 
Puedes verlo con nitidez, reposando inerte
dentro del baúl de madera maldito.
Ese que todavía te espera cerrado,
en la habitación de la estúpida niña que fuiste,
allá en el pueblo, en casa de tus padres. 
El baúl de la vergüenza.
Tu caja de Pandora personal,
donde amontonaste todos esos sucios diarios
llenos de detalles, dibujos y verdades horribles,
secretos que NADIE DEBE CONOCER NUNCA.
¿Verdad que te tortura 
recordar su existencia?

Se lo enseñé a I*
(El relato, claro.)
Ella era la única persona 
con la que tenía un trato relativamente cercano,
cuando a ella le apetecía por lo que fuera. 

No se puede decir que fuéramos amigas,
porque yo no tenía amigos. 

Éramos personas muy diferentes.
Yo era un bicho raro y ella era una niña normal,
un poco cursi y repelente, algo histriónica, 
pero dentro de lo normal del común de las niñas.
Por eso me pareció buena idea 
pedirle a ella que me diese su opinión 
sobre mi -terrible- relato corto. 

- En serio, era muy malo.
Lo diseñaste desde el principio 
con una única y clara intención: 
que gustase a tu público objetivo;
niñas de primaria que te odiaban
y que gustaban de cosas
que nada tenían que ver contigo,
y que tú odiabas, como unicornios.
Una soberana mierda, diseñada para ellas. 
Ya era un fracaso antes de empezar a escribir.
Creíste que si les gustaba algo que hacías,
tal vez tú podrías gustarles también.
-Qué pronto aprendiste esa lección.-

I* terminó de leer con cara de zapato,
me miró con esa expresión que mezcla
tanto tristeza como repudio y asco,
-¿condescendencia..?- y lanzó su crítica 
sin ningún tipo de lubricante, para decir:

"Habría sido genial
si no te centrases tanto en las descripciones.
Es aburrido que lo describas todo.
Eres una pesada."

Es curioso el modo en que 
la crítica literaria de una niña repelente 
puede darte la perspectiva que necesitas
para comenzar a entender 
el mundo en el que vives
y el lugar que ocupas en él,
o cómo de equivocados son los caminos
que pisas en cada momento,
así como erróneas las personas
que te cruzas en ellos.

No sé por qué me he acordado de eso.

Estúpida I*.
Maldita idiota retrasada. 
Gracias,
pero que te den. 


domingo, 7 de julio de 2024

 ¿En qué momento exactamente 
se te ocurrió que el camino hacia tus metas
pasaba geográficamente por el epicentro
de este infernal mercado de carne humana?

- SIEMPRE es culpa mía, ¿verdad? -

Ninguna voz se responsabiliza nunca. 
Esas, que a veces me susurran
y otras me gritan con violencia. 

Las mismas que, a golpes y entre risas,
arrastran mi cadáver destrozado 
por caminos de gravilla candente 
y esquirlas de metal oxidado, 
señalando brillantes destinos lejanos
jodidamente inalcanzables,
jurando la existencia de remansos de paz 
en horizontes que prometen 
no ser tanto pedir.

- ¡Vamos! 
Te desenvuelves bien en el caos. 
¿Cuál es tu puta queja? 
Estás hecha para esto. 
Es tu puto elemento.

Nadie más en la superficie 
de esta roca estúpida 
sería capaz de salir cuerdo 
de esta situación.

-¡Hacía falta alguien como tú,
con tu bajo nivel de cordura!- 

Toda tu maldita vida no es más 
que un perpetuo entrenamiento 
para salir viva de mierdas así,
hasta que te pegues un tiro. 

Enjoy.