lunes, 8 de julio de 2024

Recuerdo la primera vez 
que enseñé uno de mis textos a alguien. 

Era un relato corto de mierda,
escrito con la caligrafía temblorosa
propia de una cría de principios de primaria,
en una libreta A5 azul de folios cuadriculados.
 
- Todavía lo conservas, cierra los ojos. 
Puedes verlo con nitidez, reposando inerte
dentro del baúl de madera maldito.
Ese que todavía te espera cerrado,
en la habitación de la estúpida niña que fuiste,
allá en el pueblo, en casa de tus padres. 
El baúl de la vergüenza.
Tu caja de Pandora personal,
donde amontonaste todos esos sucios diarios
llenos de detalles, dibujos y verdades horribles,
secretos que NADIE DEBE CONOCER NUNCA.
¿Verdad que te tortura 
recordar su existencia?

Se lo enseñé a I*
(El relato, claro.)
Ella era la única persona 
con la que tenía un trato relativamente cercano,
cuando a ella le apetecía por lo que fuera. 

No se puede decir que fuéramos amigas,
porque yo no tenía amigos. 

Éramos personas muy diferentes.
Yo era un bicho raro y ella era una niña normal,
un poco cursi y repelente, algo histriónica, 
pero dentro de lo normal del común de las niñas.
Por eso me pareció buena idea 
pedirle a ella que me diese su opinión 
sobre mi -terrible- relato corto. 

- En serio, era muy malo.
Lo diseñaste desde el principio 
con una única y clara intención: 
que gustase a tu público objetivo;
niñas de primaria que te odiaban
y que gustaban de cosas
que nada tenían que ver contigo,
y que tú odiabas, como unicornios.
Una soberana mierda, diseñada para ellas. 
Ya era un fracaso antes de empezar a escribir.
Creíste que si les gustaba algo que hacías,
tal vez tú podrías gustarles también.
-Qué pronto aprendiste esa lección.-

I* terminó de leer con cara de zapato,
me miró con esa expresión que mezcla
tanto tristeza como repudio y asco,
-¿condescendencia..?- y lanzó su crítica 
sin ningún tipo de lubricante, para decir:

"Habría sido genial
si no te centrases tanto en las descripciones.
Es aburrido que lo describas todo.
Eres una pesada."

Es curioso el modo en que 
la crítica literaria de una niña repelente 
puede darte la perspectiva que necesitas
para comenzar a entender 
el mundo en el que vives
y el lugar que ocupas en él,
o cómo de equivocados son los caminos
que pisas en cada momento,
así como erróneas las personas
que te cruzas en ellos.

No sé por qué me he acordado de eso.

Estúpida I*.
Maldita idiota retrasada. 
Gracias,
pero que te den. 


10 comentarios:

  1. Piensa en toda la gentuza de la que te has librado.
    Yo lo hago a veces y le daría besos a mi insociabilidad.
    Sólo de pensar que tuviera que compartir tiempo y espacio con esa gentuza me pongo malo.

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    1. Si...la insociabilidad es supervivencia, sin ninguna duda.

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  2. Leído esto, estoy convencido de que la niña normal acabó de redactora en la revista Súper Pop.

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    1. xddd joder has dado en el puto clavo, ella leía la "Súper Pop", yo leía la "Loka magazine", que era lo mismo pero para emos.
      No sé de qué curra I*, o si curra, pero sí sé que a día de hoy va por su segundo hijo, lo que también le pega bastante y a mí me parece espeluznante. Cosas de la vida.

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  3. A mí cada vez más la conversación humana me produce sopor y ganas de huir... Hipocresía, narcisismo y necedad . Créeme se aprende más conversando con los perros o descifrando el canto de los pájaros...
    Saludos

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    1. Por eso a veces pienso que algunos de los que caéis a este pozo no sois del todo humanos.

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    2. La niña que fuiste y que aún está ahí de alguna manera fue muy valiente, debes estar orgullosa de ella

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    3. Sólo alguien que no nos conozca en absoluto a ninguna de las dos podría hacer semejante afirmación.

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  4. Hay exceso de personas pasivo-agresiva, crueldad recubierta de palabras amables. Idolatro la sinceridad, la gente es como es, no debería importar nada más que eso, al final el poco contacto humano que tengamos debe ser certero. En mi caso soy una ñoña retraída de manual, (perdón por eso) ja, ja Pero aquellos que te acarician con un insulto, esos no. He de decirte que fuiste una niña fuerte, normalmente la necesidad afectiva es mayor y nos dejamos arrastrar. El hambre es hambre.
    Acabo de leer varias entradas tuyas hasta llegar a esta, y me gusta, y mucho lo que veo.
    Un abrazo.

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    1. Haciendo honor a la sinceridad, debo decirte que yo soy una gran defensora del insulto con estilo.
      De hecho, no me fío de los que nunca pronuncian malas palabras, me parecen deshonestos.
      Te aconsejo no seguir leyendo más, porque a más avances, menos te va a gustar lo que te vas a encontrar por aquí, y tampoco hace falta torturarse y desengañarse de gratis.
      Aún así, gracias por tus palabras 🤟

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escupe.