Se encontraba sentada junto al escritorio de su habitación, rumiando tranquilamente el tapón de un bolígrafo mientras observaba con total parsimonia a aquél conejo saltando histérico sobre su cama gritando una y otra vez "Rápido! Corre! Vienen a por ti!".
Arrugó la nariz y resopló cansina:
"Me estás deshaciendo la cama. Para."
Con plena indiferencia se giró hacia la mesa y se dispuso a encender la pantalla del ordenador.
"Me estás oyendo? Vienen a por ti!"
"Cállate. Los conejos no hablan."
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escupe.