martes, 1 de septiembre de 2015
A diario experimento una nueva escala de dolor muy por encima del gráfico.
Lentamente van haciendo mella en mí las horas, sin detenerse.
Cada una sobre la siguiente, entre imágenes delirantes de realidades alternativas
y la clara visión de la bruma en un sueño lejano.
Siempre bajo la dilapidante presencia de esa gran ausencia.
Me desgarra y me subo por las paredes, pero nunca alcanzo el techo.
Me hundo ridículamente en el suelo, mucho mas allá del asfalto.
Me desnuda el recuerdo, y la sensación de perder lo que nunca fue mío,
hasta que me cubro de vergüenza en llantos invisibles,
que tu nunca escucharás, y que no te pertenecen
porque nunca fueron tuyos.
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