Vosotros sois voces bastardas,
hijas de nadie sin cara ni edad.
Presencias tintineantes y fantasmagóricas
anidando entre los límites difusos
del pequeño y perturbador mundo
que creé hace ya más de una década.
Escucho vuestros susurros distorsionados,
incluso percibo los rastros sombríos
de las voces silenciosas
que pasean en la periferia
y observan calladas.
-Nunca entendí muy bien.-
Sospecho que es jodidamente nutritivo
el morbo que produce presenciar
"el crepúsculo de los dioses".
-Eso sí puedo entenderlo.-
Sin embargo, con el tiempo,
he aprendido a apreciar
el micromurmullo constante
de vuestras alas de luciérnaga,
revoloteando e iluminando
este oscuro lugar
con vuestras pequeñas luces.
Quizá habéis hecho una apuesta
para ver cuánto aguanto
sin pegarme un tiro.
-Es lo que habría hecho yo.-
No hay problema,
pero dejadme participar,
porque yo tampoco tengo ni idea
de cuándo putas será.
Como voz bastarda, no apuesto, eso sí, muchas veces me dejas con una preocupación latente entre post y post, a lo mejor es ese desdén. Aunque me gusta más cuando escribes sobre cosas cotidianas. Abrazo.
ResponderEliminarLa primera frase de este comentario describe perfectamente lo que siento al leerte.
EliminarBesos.
Luciérnaga no soy.
ResponderEliminarFijo.
Bueno, vamos a descubrirlo juntos.
ResponderEliminarYo te acompaño, entre las nieblas con o sin luces.
ResponderEliminarTe abrazo