miércoles, 6 de noviembre de 2024

Actualización de la situación.
(Porque total, no tengo curro pero sí tiempo)

He estado toda la mañana en Aldaya. 
Me he cruzado con varios militares,
(contados con los dedos de una mano).
Hay helicópteros de la guardia civil 
sobrevolando la zona todo el rato. 
Algún que otro camión de emergencias,
y varios tractores pequeños moviendo barro.
Sirenas, sirenas todo el rato en la lejanía.
Muchísimos civiles caminando por las calles,
limpiando y cargando bultos de un lado a otro.
Gente haciendo cola para conseguir 
agua potable y comida.
Parece un hormiguero humano.

Ya me preguntaba por la presencia policial
cuando me he topado con unos cuarenta,
girando una esquina.
Apiñados a las puertas de un garaje,
bastante consternados. 
Olía a muerte y, a pesar de la multitud,
reinaba el silencio. 

Un kilómetro más allá,
me he cruzado con una señorita muy limpia
que paseaba un enorme golden retriever,
dorado y resplandeciente. 
El perrete, sonriente y ajeno al caos,
ha meado tranquilamente en una farola,
y su dueña, muy cívicamente,
ha sacado una botellita de agua de su bolso
y la ha tirado sobre la meada de su perro
para limpiar la farola. 
Una farola completamente llena de barro,
en una calle semi-inundada 
y amontonada de escombros. 

Luego ha seguido con su paseo como si nada. 

No sé cómo interpretarlo. 
Me rompe el cerebro. 
El ser humano es fascinante. 



6 comentarios:

  1. Fascinantemente alienado, domesticado, servil... La señora ha aprendido tan bien la lección que no entran las excepciones ni por causas extremas...
    Saludos

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    Respuestas
    1. El espectáculo debe continuar, pase lo que pase, por lo visto.

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  2. Si el perrete meara bajo el océano, ella, con escafandra, también tiraría agua...

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escupe.