- Destapa uno de tus dos espejos y mírate.
Mírate así,
toda enfadada,
enseñando los dientes.
Atrévete, venga.
Veamos hasta dónde escala el conflicto
cuando te enseñas los dientes a ti misma.
Saca esa sábana y deja que la luz
golpee el cristal.
Encuéntrate en la refracción
y pregúntate cuánto tiempo hace
que viste tu cara por última vez.
Explícale a esa cara
que hace años que aprendiste
a peinarte a ciegas.
Que se te caducó el maquillaje
que alguien ingenuo te regaló,
y sigue intacto, sin abrir.
Que te lavas los dientes
más tiempo del que deberías
para asegurarte de que están limpios
sin tener que mirarte.
Venga, a ver si sobrevives.
¿No?
Bueno,
pues lo volvemos a intentar mañana.
Te leo y me nutro.
ResponderEliminarGracias.
Lo mismo te puedo decir
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