Estamos nadando
en el mismo océano de siempre.
Ese en el que no te importa
rescatarme.
Hay agua en mis pulmones otra vez.
El sabor a sal apenas me deja sentir
tu apatía.
-Es una pena,
se te da tan bien.
Un último abrazo
debajo de la fría luz de la luna,
donde creo cada mentira que me dijiste.
Dime una vez más que estoy a salvo.
Ten los huevos.
No puedes hacerlo.
No puedes.
Prefiero morir
a hundirme contigo.
Muy fuerte esta, al menos soltarías lastre.
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