Para desvanecer todo rastro
de ese veneno que me recorría
estrangulé cada recuerdo.
Lo confieso.
Los descuarticé
y los encerré en un profundo baúl
al fondo de lo más oscuro de mi mente.
Tras cien paredes de cemento,
varias puertas de piedra,
y un foso de lava
infestado de engendros tenebrosos
custodiados por columnas de fuego
y dragones.
Ese fue mi crimen,
no busques el cadáver.
- Estoy aquí, con todo eso dentro,
en una esquinita.
Verás, no tuve otra opción.
Para eliminar todo lo malo
tuve que destruír también lo bueno.
Ahora ambos están mezclados
en trocitos descompuestos
dentro del baúl.
Ya no se diferencian,
no tuve elección.
Tuve que matarme para salvarme.
¿Qué habrías hecho tú?
Frente a la elección de todo o nada,
cuando el todo te está envenenando
y la nada es el remanso de paz
donde encuentras cierta dosis de antídoto.
No es que no pensara
en los posibles efectos secundarios,
es que ahora desde la nada
ya no puedo sentir arrepentimiento.
¿No demuestra eso acaso
que fue la elección acertada?